Soy monorrena, vivo con un solo riñón, debido a una nefrectomia radical del riñón izquierdo realizada como consecuencia de un tumor renal

Desde esta nueva vida, surge en mi la necesidad de comenzar a utilizar este espacio con el fin de aportar conciencia e información sobre prevención de esta enfermedad. La única manera de prevenir es estar informados y prestarle atención a nuestro cuerpo.

Es desde este lugar, que me atrevo a proponer e invitar a transitarlo juntos…

¿Me acompañas?

viernes, 30 de septiembre de 2011

Cuidar el alma…




Quizás, ya hace unos días, siento como si un pensamiento o una sensación me persiguiera…  

En un principio no pude ponerle palabras, pero ahí estaba,  junto a mí. Haciéndose en cada momento, a cada instante, un poco más profunda. Finalmente hoy hizo eco, y me animé a explorarla; a recorrerme…
Lo cual no implica que haya encontrado las palabras, o mejor dicho, que me haya encontrado con este sentir para asi, poder expresarlo. Es más, ahora frente a la pc, me encuentro intentándolo, simplemente dándome la oportunidad de reflejarlo. No es fácil, y no sé bien porque. Tal vez sea porque son sentimientos profundos, que hacen a mi presente, mí hoy… no lo sé, asi como tampoco sé si quiero saberlo.
Si cierro los ojos y me sumerjo en mi silencio, con la finalidad de pretender tomar contacto, yendo hacia mis adentros; aquello que casi instantáneamente me surge, casi como arrebatándome, es la felicidad. Seguida e inevitablemente me pregunto ¿Qué es la felicidad?¿soy feliz?. Y dudo… levanto levemente la mirada, y observo a mi alrededor, como quien busca una respuesta. Y vuelvo a dudar…
Sé,  o … aprendí,  que el afuera no me puede aportarme una respuesta, por ello decido volver a mí. Y me doy cuenta que no tiene nada de “malo” dudar. Que por el contrario, abre puertas. Y que en este momento me invita cálidamente a cruzar el umbral y zambullirme en mis mares.
Y en realidad ese dudar no deviene del no encontrar respuestas a esas preguntas, sino más bien a la aparición de una contradicción. 
Es decir, por un lado siento y casi tengo la certeza que no creo en ella. O al menos no creo en la felicidad como un estado absoluto, al que haya que llegar. Pero por el otro, es lo primero que me apareció. ¿Y entonces?... ¿Será que no creo en ella porque no puedo sentirla?¿Sentí felicidad alguna vez?¿Cómo me siento? ¿Qué siento?. Miles de preguntas me invaden y siento que no puedo ni quiero darles respuestas, me llevaría mucho tiempo, me agotaría.
Es en este preciso momento cuando decido soltar los pensamientos y retomar el contacto con mi experiencia. Sabia, sincera, espontanea, simple… porque da cuenta de lo aprendido, lo recorrido, lo significado, lo reconstruido. Y desde este nuevo lugar, mi lugar, desde mí puedo advertir y reparar que quizás lo verdaderamente valioso es transitar cada momento intensamente y profundamente. Sin calificaciones, sin valoraciones previas. No adjetivando ni valorizando nuestras vivencias como: “bueno” o lo “malo”, “feliz” o “triste”, “alegre” o “doloroso”. Quizás si solamente nos permitiéramos  validar  esa experiencia, para abrirnos a sentirla plenamente. Tal y como es, ir a fondo en ese sentir y poner todo de nosotros al transitarlo. No guardarnos, ni ocultarnos, ni callándonos, ni silenciándonos, ni postergándonos.
A esa validación, suelo llamarla plenitud. Se trata de darle valor, poner en primer plano aquello que sentimos, respetarlo. Aceptándolo, tomando contacto con ello. Sentirlo solo por lo que es. Sea tristeza, dolor, angustia, alegría, felicidad, emoción. Y es en esta plenitud en la que creo como camino. Sin lugar donde llegar. Solo andando y si es posible intentando aprender de su recorrido, de nuestro recorrido. Con una única finalidad, la de estar siendo.
Y si  tanto en el andar como en el aprendizaje del recorrido, intentamos acercarnos a aquellos que deseamos y sentimos libremente, despojándonos del valor; es allí donde desplegamos nuestra alma. Y comenzamos a cuidarla.

Un cálido abrazo…

domingo, 25 de septiembre de 2011

Enigma...


Si en este despertar estoy despierto,

si este sol inmenso me refleja,
entonces, por qué el alma empalidece ante mi esfuerzo,
entonces, por qué me miro y no logro conocerme.
Qué historia no vivida me he perdido,
qué tengo que hacer ante esta muerte.
Muerte de no muerte verdadera,
si no muerte de la vida que se queda,
que no vivo, que no acierto,
que me lleva de aquí para allá por mil caminos
y no conduzco nada ni puedo nada por mí mismo.
Y  veces me apresuro a que anochezca para
Sumirme en un letargo esperanzado,
Para querer que otros soles amanezcan
esta esperanza mía sin sustento sin pecado.
Vivir correctamente, ¿es la consigna?
¿Corregir al vivir lo equivocado?
O es sentir lo que se vive, deslumbrado,
o responder a lo que viene del afuera
eligiendo ser otro o igual a otro
aunque entierre lo que siento mal amado.
Qué muerte me espera si no vivo.
Qué muerte más prolija y mesurada.
¿O será que tendré una muerte digna por haberme comportado?
¿Vivo, siento, me permito, me acepto imperfecto?
¿O me corrijo todo el tiempo sin quererme
buscando el ideal en todos lados?
Paradojas de esta vida que no enseña,
que nadie sabe y se sumerge a conocerla,
que todos muestran el camino más correcto
que todos saben, dicen, indican
y manifiestan y sugieren y explican
aquello que nunca han transitado.
Que todos, una vez o muchas, han errado
y que exigen de mí lo que no hicieron.
¿Soy sólo víctima, soy hombre, soy humano?
Y si lo soy, ¿por qué no libero mi alma en todos lados?
¿Por qué no surjo de mi entraña hacia la vida?
¿Por qué no me doy lo que doy a los otros sin medida?
Que extraños pareceres he surcado.
Cuanto deseo ajeno, cuanto mandado.
Mejor me suelto, mejor me llamo.
Mejor no espero la noche que apure el día añorando un cambio.
Mejor vivo, mejor despierto.
Mejor si me despejo de tanto.
Y mucho mejor aun ser yo aunque me duela en todos lados.
Mejor así, mejor de pie.
Mejor con mis deseos que con el de otros expresado.
Porque vivir sin vivir es el peor de los pecados.
Porque no vivir  lo que se siente es malsano.
Y si decido por mí mismo, no hay enigma.
Pues entre yo y yo ya no habrá dudas,
Porque de aquí en más, y para siempre,
Entre yo y yo, estaré de acuerdo
y ya mi despertar no será en vano.

Daniel Jorge Martinez.